martes, junio 07, 2011

KEIKO FUJIMORI: Más razones de su derrota

Acabo de leer la columna de Nelson Manrique “Balance de Contusos 2” publicada hoy 07 de Junio en la República, que señala como razones de la derrota de Keiko Fujimori, lo siguiente:“(…)Comencemos por los coyunturales. En primer lugar los desastrosos voceros naranja: Martha Chávez amenazando al juez César San Martín por condenar a prisión a Alberto Fujimori, María Luisa Cuculiza prometiendo a los jóvenes convertir al Perú en un cuartel, Jorge Trelles ufanándose de que ellos mataron menos, Luis Delgado Aparicio reprobando el examen de comprensión lectora que le tomó Rosa María Palacios. Keiko Fujimori puso también su grano de arena, con un lapsus muy expresivo en pleno debate con Humala: “la gran mayoría” de quienes trabajan a mi lado son personas intachables.(…)”. Si bien los argumentos son sólidos y no ameritan discusión, no puedo dejar de adicionar otros hechos que me parecen relevantes para el análisis mas global, de un acontecer político que tiene fragmentado al Perú. Desde mi perspectiva, hay eventos saltantes que dinamitaron la opcción fujimorista. Entre ellos tenemos:
La declaración de Rafael Rey, que declaró para sorpresa de todos, que las esterilizaciones forzadas que se hicieron en mujeres desvalidas en el gobierno de Fujimorí "fue sin su voluntad y no contra la voluntad de ellas". Aquí quedo evidenciado la moral hipócrita de Rey y afianzó la frase acuñada por Ollanta, en el debate: “no se lucha contra la pobreza matando pobres”.
La declaración de Fernán Altuve, que dijo, sin estupor, que si ganaba Ollanta Humala, Alan García será el que encabece la oposición, ergo, añado que si ganaba Keiko, se debía entender que este sería su aliado. Aquí, el mensaje asimilado para muchos, era que esta alianza era más posible en temas no contra la corrupción, sino a favor de la impunidad.
La alianza fáctica con el sector más nefasto de la iglesia católica, representado por Cipriani, quién no perdió la ocasión para disparar contra el adversario, usando para ello, la plataforma de la fe y haciéndose el santo y pulcro hombre de Dios, cuándo en el fondo estaba movido por enconos ajenos a la vocación del humanismo cristiano.
La presencia de PPK es el quiebre. En un primer momento un bocado perfecto para ser aliado, pero luego de sus fingidas declaraciones y disforzadas actuaciones demostró que no está a la altura de un estadista. Dicho esto, la presencia de PPK en el mitin de cierre de campaña, espantó a los “PPKausas, pues contra el rollo equilibrado, motivador y ético que articuló y convenció a una buena porción de la población en un primer momento, en esta última parte, con un solo acto demostró a todos los sectores que éste nunca se movió por el Perú, sino por la defensa de sus negocios. Así, en una significativa porción del sector A y B que resulta más sensible al tema de la coherencia y de los gestos, se vio lamentable, desconcertante y ridículo a PPK, disputándole en estilo al “Pecoso Ramírez” las arengas hacia Alberto Fujimori, padre de Keiko sobre las obras que había hecho, como si esto ,fuese suficiente para resetear de la memoria de los peruanos, la dignidad. Asimismo, en el sector D y E ver al gringo mentiroso (pues nunca resolvió el tema de su nacionalidad) a lado de la candidata que era la opción del asistencialismo más pragmático, los hizo recapacitar y los empujo a votar por Ollanta, puesto que esa dupla, era sin duda, la imagen de la consolidación del conservadurismo mas extremo y la defensa cerrada del capital sobre el trabajo.
La presencia de Castañeda, un tecnócrata reconocido en Lima, pero que en esta circunstancia que se debatía la controversia entre “la dignidad y billetera” como lo dijo Gustavo Gutierrez, verlo en la tribuna de Keiko, fue percibido por el sector B y C que el Ex Alcalde no estaba ahí, para defender un modelo, proyecto u ideal político, sino, para asegurar su impunidad en temas de corrupción con las que está salpicada su gestión. ¿Alguien puede dudar que un gobierno de Keiko hubiese sido imparcial con Castañeda en el caso Comunicore?
No estuvo bien, tener de piquichón a Máximo San Román, pues una declaración rabona y ayayera como la de él demostró a un sector emergente que la dignidad para ese hombre era una variable inservible. De un solo tajo, pasó de cortar el salame a zalamero.
Tampoco se vio bien la alzada al coche del Pastor Lay, que con la rigidez de su discurso demagógico, dio muestras de incoherencia y sometimiento de la segmentada iglesia evangélica al poder fáctico del Opus Dei; quién a través de Rey estaba soplándole la oreja a Keiko Fujimori e indicándolo lo que debía hacer, pues, es evidente, que incluso para el menos ilustrado de los creyentes evangélicos, Cipriani y Rey, son capaces de lanzarlos al fuego eterno del infierno. Así que en ese lecho, ya estaban completos los amantes. No había espacio para otras confesiones.
La presencia absurda de los tabloides, encabezados por Aldo Mariategui, Fritz Du Bois y “El Comercio”, que sacaron sus afilados dientes para demoler a los humalistas, rompiendo las reglas básicas de la congruencia y la verificación de la información, sino que además, confundieron intencionalmente, lo real maravilloso con lo maravilloso de lo real, y creyeron ilusamente que Benjamín Compson podía derrotar en juicios y argumentos a Mafalda.
Una variable insustituible fue la propia Keiko Fujimori, que se ahogo paulatinamente en su propio discurso. Ella a pesar de su bien ensayada solvencia verbal, fue percibida por la población como un híbrido que develaba una personalidad fría, monocorde, pragmática y amoral, pues, no solo era capaz de fingir sus afectos, utilizar a su marido, mostrar a sus hijas, manipular a su madre, y castigar sin juicio a sus esclavos más cercanos - al no establecer relaciones horizontales, es capaz de sacrificar a cualquier peón con el fin de lograr su objetivo - sino, porque su proceder develó la fibra que su mensaje no era más que un formato armado a lo largo de la campaña política para ser consumido por la población menos pensante. Así, a ella no le importó confundirse o no distinguir: que el desarrollo no es sinónimo de atropello; que la democracia no tiene nada que ver con el clientelaje; que la cultura, está al margen del especial del humor; que la inclusión no puede ir contra la destrucción de la identidad; que la demanda contra la exclusión, no puede ser entendida como la monserga del resentido conspirador; que la nación, no se agota en los linderos de la chacra de pampa bonita; que la cohesión social, no tiene que ver con el asistencialismo; que el acceso al mercado no siempre empalma, con la inocuidad de una externalidad negativa; que el capital no puede ser visto como una posibilidad de comisión; y que la inversión debe estar muy alejada de la usura. Esta confusión audaz y despropocionada fue develada por el sector más instruido del país, que en un contexto como este, se vio obligado a articular a los intelectuales más relevantes contra su proyecto político.
El suicidio mediático de cada uno de estos personajes, fue visto por la TV, que esta vez, en su afán de paralizar la arremetida de los sectores emergentes, se vio obligado, bajo el aura de la libertad de empresa- sobre el de información- a divulgar en vivo y directo a todos los voceros del fujimorismo y entre ellos, claro  está, cada una de sus torpezas expuestas, que le sirvieron finalmente a Ollanta Humala para jalar a más de medio millón de votos a su vereda y hacerse de la victoria final.
Finalmente, una vez más los hechos demuestran que no siempre en una campaña electoral gana el que plantea mejor su estrategia política, sino, por el contrario, el que también sabe nutrirse de los errores del adversario. Cabe añadir, que esperar los errores ajenos, no es parte de una estrategia, sino solo una cuestión táctica, puesto que esta variable escapa a la esfera de una decisión propia. En este caso, como se ve Keiko hizo una campaña esplendida – casi logra ganar- pero en la circunstancia de la polarización y el discernimiento final, siempre pesará el yerro más que el logro.