lunes, agosto 01, 2011

OLLANTA HUMALA: Las entrelineas cifradas de su mensaje al invocar la Carta Política de 1979

Acabo de regresar a la "civilización" y me han sorprendido las cosas que han acontecido. La más relevante fue el “hecho político” de la juramentación realizada por Ollanta Humala y que, cosa curiosa, los políticos no han sabido digerirlo con astucia. Por el contrario, algunos de ellos han preferido con las artes del escándalo cuestionar su legitimidad, cuando a todas luces esta se haya revestido de una legalidad a toda prueba. La evidencia de lo que se sostiene, es que a nadie se le puede cuestionar el ejercicio pleno de su libertad y menos aún reprimir los fundamentos, principios o valores que inspiran su accionar político, que en este caso, supone para el Presidente – nos guste o no– la consensuada Constitución Política de 1979. Por ello, no le doy mayor pólvora al asunto. Sin embargo, lo que me interesa es analizar el sentido político de lo que se oculta y/o transmite a través de este juramento. Entrelineas son varios los mensajes que ahí se esconden y van dirigidos a varios actores. Veamos:


Una primera lectura, puede ser que es un mensaje cuasi claro, a los sectores empresariales mercantilistas. A ellos, se les advierte que si no son capaces de hacer viable la gobernabilidad (boicot a las inversiones) y la propuesta de inclusión social (oponerse a los impuestos sobre las sobreganancias mineras) le empujan a que Ollanta gire sus ojos hacia el controlismo y a la receta heterodoxa, que pondría en riesgo sus negocios. Un segundo objetivo, fue arrinconar al fujimorismo militante. Esto se desliza del hecho, que son ellos los tributarios y abanderados de la Constitución del 1993, por tanto los que políticamente podrían verse más afectados. Lo anterior, no implica que esta sea sola una lucha de ideas o principios, sino la puesta en marcha de una serie de conflictos entre los nacionalistas y fujimoristas, y en la que de por medio se encuentra, sin duda, el estado de beneficio que goza Alberto Fujimori. ¿Por qué? Un conflicto puede devenir, acontecer, emerger o crearse con el propósito de resolver una incertidumbre de intereses, y se espera que al desenlace se logre alcanzar un objetivo. Según el análisis de probabilidades, el objetivo puede ser máximo o mínimo, y en esa línea se acentúan los actos. En este caso, el mensaje centra la idea del conflicto en estos términos: “tengo el poder y debes negociar conmigo las condiciones carcelarias de tu líder”. El fin máximo, lograr en términos casi prácticos una “simulada alianza entre ambos”, en tanto, el fujimorismo, no es una ideología y menos aún un proyecto que se pueda desarrollar fuera de la esfera del condenado ex Presidente. El fin mínimo, es lograr gobernabilidad y evitar algún complot que se puede armar contra el nacionalismo, usando la fuerza de los congresistas fujimoristas. Un tercer objetivo, está delimitado por el mensaje directo a los cuatro solitarios votos del APRA en el congreso y a la masa más ideologizada y militante de ese partido, que quizá resulte el ente más “sensiblero” a la prédica del 79 en tanto, quién la impulsó fue Haya de la Torre. Es por tal razón que muchos de ellos, según lo han referido, han sentido, que por fin un gobierno que ni siquiera es el suyo (puesto que Alan nunca lo hizo) ha reconocido, la “vigencia histórica” no solo de la Carta del 79, sino de pasada el legado de Víctor Raúl que había sido olvidado por García, quién lo había canjeado por Riva Agüero. Con este discurso, quedaría parcialmente neutralizada el ala más militante y movilizable del APRA que resulta ser el que tiene mayor vigencia política. Un cuarto objetivo, es calmar a la izquierda militante dentro de Gana Perú, puesto que, si bien no obtuvieron la cuota de poder ministerial que habían reclamado, al menos Ollanta con esta declaración les ha “trasmitido la idea” que desde la perspectiva ideológica, se hace viable y posible el reconocimiento de la carta del 79. En buen cristiano, con esto se logra por un lado, que el eje “armado” por Diez Canseco en el congreso se neutralice y por otro, que se le reconozca el poder moral sobre el poder real a esta izquierda militante. Lo anterior, no significa que este sector no tenga siempre abierta la esperanza que este primer gabinete (de tecnócratas sin ideología) se reduzca solo a ser el fusible que estallará ante la primera crisis política y que muy pronto darán paso a un equipo de “zurdos comprometidos”. Un quinto objetivo, es haber definido, con antelación la justificación a un posible e indescifrable gobierno que no logrará cambios sustanciales, y que, bajo el empirismo del piloto automático, solo consiga lo que hasta hoy – y bajo este esquema– había logrado García. Vale decir, nada más que administrar los contextos, sin ofrecer un ápice de gravitación que resuelva el problema de la inclusión y que, en las aritméticas finales, se añada que no se puede lograr más, porque la clase política congresal se opone al tema de los cambios estructurales a favor de la masa más necesitada y/o porque la Constitución vigente lo limita. Un sexto objetivo, es lanzar una soterrada medición a la ciudadanía. Lanzar una idea y observar como la población la procesa. Esto sirve, si tras el mensaje se oculta un plan mayor: La nueva constitución. Es claro, que está posibilidad no está descartada, tanto así que muchos actores políticos – desde varias bandas– se han pasado el fin de semana, reiterando la posibilidad de las reformas constitucionales. Vale decir, ya nadie discute esa posibilidad, ahora, luego del mensaje, solo se empezará a debatir los puntos de esa modificación. Con lo que quedaría establecido que el eje del debate, saltó con garrocha de la invocación de principios y valores, a la posibilidad de la reforma, y de ahí solo queda un paso para aterrizar en la propuesta de una nueva constitución que se podría hacer a través una Asamblea Constituyente. ¿Hacia allá vamos?.Un sétimo objetivo, sería perfilar de facto nuevos aliados y adversarios. Dentro de esos aliados, segmentar a los que están dispuestos a todo por el proyecto de Gana Perú a cambio de nada; y, a los que son capaces de transigir, por lograr espacios u cuotas de poder. Dentro de los adversarios, es posible identificar cuáles son los que en realidad tienen una fuerza gravitante, para “negociar” o “aplastarlos”. En este contexto, no sería raro que en el curso de los días que vienen se articulen colectivos que confronten directamente contra la inefable Martha Chávez, no estando incluso, lejana la posibilidad de reeditar la campaña “pon la basura en su lugar” ejecutada a la caída del régimen de Fujimori y por la que “se atacó” con bolsas de basura la casa de “insignes personajes” del régimen de facto. Un octavo objetivo, es el uso jurídico que se puede hacer de la declaración del Presidente, y que justo empezó a ser desarrollado por la defensa legal de Antauro, que hoy, invocó que sus “actos delincuenciales” se han inspirado en la Carta del 79, la misma que le sirvió de inspiración a su insurgencia. Esto de ningún modo, significa que la declaración de Ollanta sea una fuente de derecho y menos aún, que a partir de esta premisa, se abra la posibilidad de un Habeas Corpus a su favor, sino que solo implica establecer los límites estrictos al ala más extremista de reservistas que aún cree en Antauro y que en cualquier momento, pueden aguarle la fiesta a Ollanta Humala. En suma, el Presidente debe haber pensado, que con esto los calma en conjunto a Antauro, a su padre y a los reservistas. Los pronósticos en este escenario son impredecibles, pero ahí están puestos los linderos brumosos. Finalmente, la invocación a la Carta del 79, ha mellado la posibilidad de análisis de lo sustancial del discurso. Así, nadie se ha preocupado por saber los compromisos en la que recaló el mensaje de Ollanta. En estricto, no se ha exigido la claridad de los índices, indicadores y variables que se piensan lograr en el mediano plazo. Desde mi perspectiva, el rollo de Ollanta fue insuficiente técnicamente para sostener su mensaje político, puesto que el eje del discurso solo fue de “alta carga política” - trabajado en estricta reserva- sin que medie ningún componente que pueda ser ponderado en un esquema de metas. Si se quería que no emerja alguna pregunta y menos se exija alguna explicación, la retórica de la Carta del 79 funcionó a la perfección; salvo, el secretismo (y aún no sostengo, el individualismo) de Ollanta que fue expuesto a todas luces, cuando Espinoza y Chehade, sin entender el formato del juramento, se fueron no a las fuentes de la carta constitucional para jurar, sino, que echaron gasolina a la confrontación con la invocación de la carta derogada. Un equipo sincronizado no comete un error tan visible y menos aún devela que los segundos están fuera de la agenda. En fin, sea como sea, solo esperemos que el objetivo trazado antes del mensaje, no sirva como un distractor sobre temas puntuales, y tampoco, que se intente, desde la arista de la oposición dinamitar el contexto de la gobernabilidad política.